Era algo de lo más lógico y
normal que en el sistema corrupto que disfrutamos un día se acabase el dinero
para las pensiones. Bueno, en realidad dicen que se va a acabar un fondo de
reserva que había y que han ido dilapidando poco a poco. Pero el trilero siempre
tiene soluciones con sus cubiletes, así que ante el temor generalizado nos dice que ya se irán
pagando las pensiones como sea, que siempre será vía impuestos. Pero eso tiene
un límite, porque si dejas a la gente sin dinero antes de cobrar la nómina la
demanda se contrae y todo se va al garete, y todos, tanto los activos como los
jubilados, caminarán juntos por la senda de la indigencia.
Por eso lo mejor sería ir
enderezando el rumbo, y como aquí la gente no va a tener hijos porque no se
subvenciona directamente, habrá que ir pensando en establecer otro sistema
alternativo a este que ha quebrado, si no se quiere trabajar hasta los ochenta
años. Será difícil, ya que un sistema público de reparto es un
arma importante en manos de los gobernantes, pero el primero que tenga que
recortar pensiones ya reconocidas será corrido a gorrazos. No por los viejos,
que no tendrán fuerzas, sino por los hijos, que deberán mantener a los padres
sin saber si podrán mantenerse antes a ellos mismos. Otra opción es no llegar a
viejo, que para lo que hay que ver no es algo desdeñable. Veremos, pero
tengamos presente que estamos en manos del perro del hortelano. Complicado.
Pues parece evidente que esto va a quebrar antes de lo previsto. No obstante, cuando suceda, y dado el carácter lanar de los españoles, no creo que pase nada. Nos adaptaremos como siempre, en silencio.
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