Descubro sorprendido, aturdido,
que la presidenta de Madrid quiere que la City londinense se establezca en
Madrid, así, porque ella lo vale y porque en Gran Bretaña andan apestados tras
lo del Brexit. Para ese cometido, la presidenta ha fichado a un brillante
economista con un dominio del inglés que no se ve mucho por el Madrid de los
Austrias. Hacia allí partirá el hombre, si no vive ya, con sus buenos
honorarios y tan alta misión. No sé cómo saldrá el invento, tampoco me importa
porque seguiré igual de pobre, pero debo reconocer que por una vez esta mujer
transversal ha tenido una buena idea. Olvidada felizmente la estupidez de las Olimpiadas,
mejor estas cosas, por disparatadas que sean, que no patrocinar el aquelarre
del orgullo gay, por ejemplo, para hacerse perdonar ser de derechas. O liberal.
O de centro. O socialdemócrata. Da igual, of
course.
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